Sin importar en la dirección en la que se mire, la naturaleza siempre ofrece espectáculos increíbles. Uno de los más curiosos es el ofrecido por los peces gruñones como parte de su ciclo de reproducción. Esta especie endémica de las costas californianas, (tanto en territorios de Estados Unidos, como en Baja California, en México), evolucionó de tal forma que los huevos los pone fuera del agua. De esta forma los futuros ejemplares permanecen a excepto de las hordas marinas comedoras de huevecillos.
Para ascender a la arena, desarrollaron un sistema bastante peculiar: surfean. De hecho, hay quienes se aventuran a opinar que fue viendo a estos pececillos que a los humanos se les pudo ocurrir desarrollar el arte de ‘montarse’ sobre las olas.
La vida de un pez fuera del agua
El maravilloso camino que lleva al origen de nuevos ejemplares de los peces gruñones no está exento de dificultades. Ocurre de marzo a septiembre, entre la primavera y el verano, tiene lugar las últimas noches de cada plenilunio. Momento en el que las mareas alcanzan su mayor nivel. Si perfectamente la mayoría de las especies prefieren realizar esta rutina sin el sol de testigo, algunas pueden hacerlo a cualquier hora.
Cuando tiene lugar la expedición, un conjunto de machos son los primeros en ‘subirse’ sobre las crestas de las olas y salir a explorar. El resto se queda aguardando cerca de la orilla. Si los exploradores no vuelven, el ritual se suspende; si estos regresan, el cardumen entero inicia un itinerario que termina fuera del agua.
El proceso dura unos 30 segundos. Para desplazarse, estos peces hacen movimientos ondulantes similares a los de las serpientes. Las hembras se entierran en la arena y allí colocan entre 1000 y 3000 huevos; en torno a ellos, círculos conformados por tres o más ejemplares machos se encargan de la fecundación. Las hembras son las primeras en regresar al agua.
Los peces gruñones y un espectáculo inolvidable
Miles de curiosos acuden año tras año a observar la puesta de los peces gruñones. Es una especie que recibe oficialmente el nombre de Leuresthes, pero cuya denominación popular obedece a los sonidos que emiten las hembras cuando están sobre la arena.
La capacidad de ajuste del pez gruñón le ha permitido sobrevivir a sus depredadores en el agua. Sin embargo, el ‘crecimiento’ de la humanidad representa para ellos una verdadera amenaza. Sin perfectamente en Estados Unidos gozan de cierta protección, en México, donde hacen vida la mitad de los ejemplares, están completamente desprotegidos. El problema está en la modificación arbitraria de sus hábitats. Las grandes construcciones sobre la franja marina han limitado cada vez más sus espacios.