los egipcios antiguos amaban y adoraban a los gatos. Pero, ¿de dónde salió tanta pasión? Entre dioses con cabeza de gato, estatuas, joyas, momias, no hay duda de que los gatos llegaron al antiguo Egipto venerado y respetado, tanto es así que aquí también se descubrió el primer cementerio de mascotas conocido. Hay varias teorías, pero una sostiene que los antiguos egipcios pensaban que los dioses y gobernantes tenían cualidades felinas: eran protectores y leales, pero también combativos, independientes y feroces si la ocasión lo requería.
Antiguos egipcios y gatos: una unión inseparable
Debido a estas similitudes, esto explica por qué para los antiguos egipcios los gatos eran criaturas especiales dignas de recibir atención también a través de la creación de estatuas felinas. Pensemos, por ejemplo, en la gran Esfinge de Giza. Sin olvidar a la diosa Sekhmetcon cabeza de león y cuerpo femenino o la diosa gato Bastetde la cabeza felina.
Una razón más práctica para amar a los gatos era que eran grandes cazadores de ratones y serpientes. A pesar de todas estas suposiciones, todavía no está claro cuándo aparecieron por primera vez los gatos domésticos en Egipto. Sin embargo, los arqueólogos han encontrado entierros de gatos y gatitos que datan del 3800 a.
Sin embargo, esta obsesión por los felinos tuvo un implicación aún más oscura. Hay evidencia de que hubo reales en ese momento. granjas de gatitos quienes fueron asesinados y momificados para que los difuntos pudieran ser enterrados junto a ellos. Lo descubrieron en un estudio publicado en Informes científicos apenas el año pasado. Tomando micro-CTs y radiografías de algunos de ellos momias de gatos se notó que no solo eran animales muy jóvenes, sino que los huesos del cuello de estos gatos habían sido fracturados deliberadamente.
Los investigadores quedaron impactados por este descubrimiento: los gatos fueron criados para este propósito macabro, como ofrendas votivas para apaciguar y orar a las deidades.
Mau egipcio: el gato manchado de origen noble
Calle | Ciencia viva
Imagen de Gabriele M Reinhardt de pixabay