Los gatos y los pecados capitales: la pereza

A primera vista, parece que el pecado de la pereza fue creado por y para los gatos. A primera vista parece sinónimo de pereza, pero no lo es: la pereza ejerciendo la voluntad, es como hacer una diferencia entre homicidio y homicidio voluntario. La imagen que me viene a la mente, combinando el gato con el pecado de la pereza, es la de un gran felino acostado de lado, en un segmento del sol. El gato tiene los ojos cerrados, pero apenas levanta una oreja, escuchando el zumbido de una mosca. Entrecierra un solo ojo, nada exagerado; la mosca está ahí, a unos centímetros de distancia. Es un depredador, su deber es atraparla. Pero la barriga está llena y el sol quema, el secreto es quedarse quieto y la mosca, habiendo cobrado valor, se acercará.

El insecto se acerca con un vuelo muy corto, el ojo del gato ahora está completamente abierto, los bigotes tensos: un chasquido de la pata, tan corto que el resto del cuerpo permanece inmóvil. Pero la operación no tiene éxito y la presa se aleja un poco. El ojo se cierra por completo, no vale la pena interrumpir la siesta. Dos pasos serían suficientes, él lo sabe debería hacerlo, y tal vez le gustaría hacerlo: no sería un gran esfuerzo, pero hay sutiles cadenas para impedirlo. Si fuera un ser humano, estas cadenas se llamarían indolencia y melancolía, pero siendo un gato la verdad es otra: lo que quiero, como ser elegido, me vendrá por derecho. Una mosca perdida ahora es un plato de croquetas en una hora.

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El gato no conoce sentimientos de culpa o insatisfacción, no se deja desanimar, se da por vencido solo porque el esfuerzo no vale la presa. El león sabe que las leonas le traerán comida, solo tiene que hacer lo que mejor sabe hacer: estar espléndido. Esto no es pereza, ni pereza, es conciencia del papel de uno en el mundo, el rey. En casa siempre he tenido toda una corte de nobles peludos, perpetuamente con el aire de quien se aburre mortalmente. Cuanto más alto están en la jerarquía, más aburridos y molestos se vuelven. Depende de nosotros los súbditos complacerlos.

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