Cinco formas de encontrar una sonrisa con el Mao, el universo felino.


Los gatos son píldoras felices contra la depresión estacional

En los meses de invierno, la luz natural disminuye en intensidad y estamos más expuestos a trastornos del estado de ánimo. La producción de serotonina, el neurotransmisor del buen humor, de hecho está relacionado con la ingesta de vitamina D a través de la exposición al sol. Nuestro gatos pueden ayudarnos a mantener la moral alta y derrotar a los depresión estacionalprestándonos algunas de sus píldoras de sabiduría.

Ángela Lutz sobre Catster

enumera cinco maneras de recuperar la sonrisa observando el comportamiento de nuestros gatos, aunque a veces para encontrar la buen humor basta con verlos dormir sin que nada los moleste. Empecemos por el hedonismo típicamente felino: nuestros gatos obtienen placer de las cosas pequeñas y le dan un gran peso incluso a las acciones aparentemente insignificantes. Desde afilarse las uñas en el rascador hasta saborear cada bocado de comida, lamiéndose las patillas; desde estirarse por la mañana refrescados y descansados ​​hasta la ansiosa emoción con la que esperan un nuevo amanecer cada día. Viviendo como gatos podríamos dejar atrás la complejidad de la vida en su totalidad, apreciando los aspectos individuales infinitamente más simples.

La depresión nos lleva a centrarnos exclusivamente en nosotros mismos, en nuestros dramas interiores. Bueno, ¿quién más que los gatos puede rescatarnos de nuestro letargo? Los gatos se ponen en el centro de nuestros pensamientos con un simple maullar: otra pequeña vida necesita de nosotros, de nuestra atención, de nuestra sonrisa y debemos estar infinitamente agradecidos de que nuestras vidas se hayan cruzado, ¡así que no más tristeza!

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Los gatos, pues, nos llevan a vivir cada momento de una forma única y sobre todo exclusiva. Jugando con diferentes gatos, nos centraremos en lo que hace feliz a cada uno de ellos: a algunos les encantará jugar con las plumas, a otros rascarse la cabeza. Aunque sea por unos instantes, estaremos enfocados exclusivamente en algo positivo: hacer feliz a alguien más y esto nos llevará a olvidarnos de nosotros mismos y de nuestras angustias, haciendo algo desinteresado y dulce.

Otra pastilla de felicidad dispensada por nuestros gatos: el desorden. Sí, porque tener que ordenar y remediar constantemente sus pequeños grandes desastres en casa nos mantiene ocupados y de alguna manera nos lleva a ordenar hasta dentro de nosotros mismos. Por último, pero no menos importante: los gatos ronronean. Después de un día estresante, no nos reciben con recriminaciones sobre lo que pudimos haber hecho, dicho y no postergado. Nos dan una calidez que no juzga, sin peros y peros: genuina y sencilla. Una calidez que mitiga el invierno que habita en nuestros corazones.

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Fotos | Kusmierz; Nube amarilla