La leyenda de los gatos atigrados con la M en la frente

¿Alguna vez has oído hablar de la leyenda de los gatos rayados con la M en la frente? Es posible que hayas notado que algunos gatos, especialmente los gatos atigrados o ciertas razas como el gato abisinio y el gato bengalí, tienen una M dibujada en el pelaje de la cabeza. Obviamente hay muchas historias relacionadas con esa carta y que hacen referencia a diferentes tradiciones religiosas.

La M en la cabeza de los gatos, una leyenda cristiana

Ahí leyenda Narra que una noche el niño Jesús no quiso dormir. La Virgen María, su madre, como todas las madres de la tierra, lo acurrucó y le cantó dulces nanas para que se durmiera, pero sin éxito. Entonces el Virgen decidió pedir ayuda a los animales. El gallo no pudo ayudarla, porque despertaba a la gente, no la ponía a dormir. La ratoncita ni siquiera podía darle una mano, porque con el ruido de sus dientes al roer terminaría molestando aún más al bebé. El lobo se fue, el ganado dijo que se quedaría a dormir con él y el burro no supo qué hacer. Las ovejas también querían opinar, pero nada útil.

En ese momento, un pequeño gato rayado decidió ir al rescate de la Virgen María. Entrando en la cuna, se colocó junto al niño que, gracias al ronroneo del gato, pudo dormirse en un instante. La muy feliz Madonna no pudo contener las lágrimas y le pidió a Dios un regalo para ese compasivo gato. Dios marcó al gato con una M en la frente, la primera letra del nombre de María. Y desde entonces todos los gatos tienen esa M en señal de agradecimiento de la Virgen María.

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Otra leyenda, en cambio, cuenta que una gatita tigre dio a luz a unos cachorros la misma noche en que Jesús vino al mundo, después de amamantarlos, la gatita fue a calentar a Jesús en la cuna, y María, conmovida por el gesto, le dio unas palmaditas en la cabeza, dejando la marca de M.

La M en la cabeza de los gatos, leyenda islámica

Yo también’islam tiene su propia leyenda. Se dice que Mahoma tuvo un gato llamado Muezza. El felino le salvó la vida durante el ataque de una serpiente venenosa. A partir de ese día, el profeta “escribió” una M en la cabeza de los gatos para recordarles que los amaba y que había que respetarlos.

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