TS Eliot escribe en uno de sus poemas: «Es un asunto difícil nombrar gatos».


¿Cuál es el verdadero nombre de los gatos?  Un poema de TS Eliot

¿Alguna vez te has preguntado cuál es el verdadero nombre de tu gato? Está el oficial que aparece en la tarjeta sanitaria; están los diversos nombres cariñosos con los que te diriges a él o ella. Y está el nombre propio del gato, que todo felino conoce pero se preocupa por hacérnoslo saber a los humanos. Después de todo, el nombre es algo que indica con precisión y los gatos, en cambio, son escurridizos.

Al nombre del gato, a su verdadero nombre, se dedica un poema de Thomas Stearns Eliot (1888-1965), Premio Nobel de Literatura en 1948. El poema está tomado de El libro del gato manitas y te la ofrecemos en la traducción de Roberto Sanesi.

Es un asunto difícil nombrar gatos;
de hecho, nada que ver con
con los habituales juegos de fin de semana.
También puede pensar a primera vista,
que estoy tan loco como un sombrerero,
sin embargo, de hecho,
Te aseguro que un gato debe tener en la lista,
TRES NOMBRES DIFERENTES. En primer lugar lo que en
familia
se puede usar a diario,
un nombre como Peter, Augustus, o tal
Alonso, Clemente;
como Vittorio o Gionata, o Giorgio o Giacomo
vainilla –
todos nombres sensatos para cada necesidad actual.
Pero si crees que suenan más agradables,
Se pueden recomendar nombres más imaginativos:
alguien pertinente a los señores,
otros más adecuados para damas:
nombres como Platón o Admetus, Electra o
Filodemo –
todos los nombres sensatos para fines familiares.
Pero te digo que un gato necesita un nombre
que es particular, y peculiar, más digno;
¿De qué otra manera podría mantener su cola?
perpendicular,
¿Mostrar bigote o sentirse orgulloso?
Nombres de este tipo les puedo dar un quórum,
nombres como Mustràppola, Tisquàss o Ciprincolta,
nombre Babalurina o Mostradorum,
nombres que solo se ajustan a un gato a la vez.
Sin embargo, da vueltas y vueltas y todavía falta un nombre:
lo que ni siquiera puedes adivinar,
ni la investigación humana es capaz de descubrir;
pero EL GATO LO SABE, aunque nunca lo confiesa.
Cuando ves a un gato en profunda meditación,
la razón, créanme, es siempre la misma:
su mente se pierde en el éxtasis y la contemplación
del pensamiento, del pensamiento, del pensamiento de su nombre:
de su inefable efable
efervescente
profundo e inescrutable NOMBRE único.

Fotos | Flickr

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